viernes, 8 de enero de 2010

No sabría decirte por qué

Nos paramos muy cerca.
Nos miramos a los ojos.
Nos damos un beso.

Sacamos cuchillos, revólveres, granadas
y empezamos el show.

Nos abrazamos
tratando de rompernos las costillas
y cogemos
mirándonos en los espejos del techo.

Si ellas están indispuestas
es mucho mejor,
porque parece un asesinato
con toda esa sangre.

A la mañana siguiente nos vestimos.
Decimos un par de palabras dulces
y queremos estar muertos
o, por lo menos, estar lejos.

Muy lejos.
En otra
parte.

1 comentario:

  1. Puedo descubrirlo entre las últimas lineas. Será tal vez por el concenso de un "fogón palermitano"...

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