Todo lo fuerte que puedo
¿Estarás viendo la luz roja que titila
o ya te habrás dormido?
Pienso en la mierda que masticaste.
Pienso en ir a buscarte y llevarte lejos.
No tengo moto. Tampoco necesito una.
Tengo una Loaded con 4 Durian amarillas
y, con sólo una patada, podría estar ahí
antes de que termines de decir paralelepípedo.
¿Escuchás? Soy yo.
Estoy rascando el vidrio de tu ventana
como el nene vampiro de Salem’s Lot.
Dale. Es hora de irnos.
No tengas miedo.
Podés saltar con los ojos cerrados.
Estoy ahí.
Ya sé que los del weather channel
no te avisaron nada
y la tormenta te agarró desprevenida.
No importa.
Vine a buscarte para llevarte conmigo.
Para que demos una vuelta
entre los rayos y los truenos.
Dale. Es hora de irnos.
Me da lo mismo que el cielo
se caiga a pedazos,
que la ciudad se parta en dos,
y que el diablo intente tirarnos
de un manotazo.
Nada va a bajarte de mi tabla.
Y no es porque yo patine bien.
Es porque mientras nos perdemos
en lo negro de la noche
estoy agarrándote fuerte.
Todo lo fuerte que puedo.