lunes, 11 de enero de 2010

Cada vez mejor


Mi viejo murió súbitamente

en el baño de casa,

pero al rato

volvió.


Escuchamos un ruido

y golpeamos la puerta.


Nada.


Cuando abrimos

estaba ahí tirado.


Después llegó la ambulancia

y él reaccionó un poco

y se lo llevaron

al hospital.


Los médicos nos dijeron

todo.


Había estado muerto unos minutos,

pero había vuelto.

No como en las pelis de zombies de Romero,

sino más bien como Víctor Sueiro.


La diferencia era que mi viejo,

cuando volvió de estar muerto,

no dijo una palabra de la luz al final del túnel,

ni de la paz que había sentido,

ni del largo viaje que había hecho.

Él seguía hablando de cosas importantes:

De perros, de caballos y de boxeo.


Mucho tiempo después,

se perfeccionó

en esto de morir.


El cáncer se había

empecinado en dejar una

cáscara vacía

sin ningún rastro

de lo que él había sido,

pero seguía peleando.


Se paraba como podía

y se ponía en guardia,

levantando los huesos de sus puños

con sus huesos,

porque no quedaba

mucho más.


Unas horas antes de morir –definitivamente-,

cuando los médicos

le preguntaron

cómo se sentía,

él les dijo sonriendo:

Cada vez mejor.


Y eso fue todo.


La muerte noqueó para siempre

a un petiso diminuto

que, supongo,

podría haber peleado

de igual a igual

con Tyson.

2 comentarios:

  1. y de tal palo ...
    "a patinar la vida" ;)

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  2. El cáncer es una agonía que solo la entienden los que la viven de cerca y ni hablar de sus propios protagonistas.
    Particularmente cuando me toco estar frente a frente con esta situación, no pude sentir más que indignación de ver como se lleva las cosas que uno quiere tan impunemente.
    El único consuelo es saber que ellos ahora conocen lo que nosotros no... y seguramente se la están pasando mucho mejor que nosotros acá

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