miércoles, 6 de enero de 2010

El perro que comió

un alfajor de su mano


Un perro nos sigue.


Yo digo que no va a comerse un alfajor,

pero ella dice que sí.


Cuando se lo da,

el perro casi le saca un dedo.


Es que es salvaje.

Pelo sucio. Flaco y con cicatrices en la cabeza.

Tiene esa belleza que sólo alcanzan las cosas

que no fueron domesticadas del todo.

Esas que te recuerdan que la vida -por suerte-

no es siempre como debe ser.


El perro tiene ojos de carne cruda

y casi le saca un dedo

cuando ella acerca el alfajor

a sus dientes.


Y no es culpa del perro,

yo también quiero comérmela.


El lugar está casi desierto.


El perro mastica como si supiera

lo mismo que sé yo:


Pocas veces llega una muñeca

y te regala

algo así.

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